LA SOCIEDAD PALIATIVA

Elevi Maublanch

En LA SOCIEDAD PALIATIVA, Byung Chul Han cita ahí a Emmanuel Levinas DE OTRO MODO QUE SER O MÁS ALLÁ DE LA ESENCIA. Este despojo más allá de la desnudez y más allá de la forma no es de ningún modo un hecho de la negación y ya no pertenece al orden del ser. Es responsabilidad más allá del ser. El ser se altera en la sinceridad, en la franqueza, en la veracidad de este Decir, a través del descubrimiento del sufrimiento.

Pero tal decir sigue siendo pasividad en medio de su actividad, más pasivo que toda pasividad porque es un sacrificio sin reserva, sin condiciones; precisamente por ello, es un sacrificio no-voluntario, un sacrificio de rehén designado que no es elegido como rehén, sino posiblemente elegido por el Bien con una elección involuntaria que no es asumida por el elegido.

El Bien no podría entrar en un presente ni entrar a formar parte de una representación, sino que, precisamente por ser Bien, rescata la violencia de su alteridad aun cuando el sujeto deba sufrir por el crecimiento de esta violencia cada vez más exigente.
…. Fisión del nudo que abre el fondo de su nuclearidad puntual como si se tratase de llegar a un pulmón en el fondo de sí mismo; nudo que no abre ese fondo mientras permanece protegido por su costra de sólido, por una forma e incluso en el momento en que, reducido a su carácter puntual, se identifica en la temporalidad de su esencia y, de este modo, se recubre.

Es necesario que en medio del carácter puntual el límite del despojo continúe hasta arrancarse a sí mismo, que el uno asignado se abra hasta separarse de su interioridad que se vacía en el esse; es necesario que se des-in- terese.

Este arrancarse a sí mismo en el seno de su unidad, esta absoluta no-coincidencia, esta dia-cronía del instante significa al modo del uno en tanto que penetrado por el otro. El dolor, este reverso de la piel, es desnudez más desnuda que todo despojamiento; se trata de una existencia que se ofrece sin condición por el sacrifico impuesto, sacrificada más bien que sacrificadora, precisamente porque está marcada por la adversidad o la dolencia del dolor.

La subjetividad del sujeto es la vulnerabilidad, la exposición a la afeción, sensibilidad, pasividad más pasiva que cualquier pasividad, tiempo irrecuperable, diacronía de la paciencia imposible de ensamblar, exposición constante a exponerse, exposición a expresar y, por tanto, lo mismo a Decir y a Dar.

El Decir, la pasividad más pasiva, no se separa de la paciencia y del dolor; incluso si puede refugiarse en lo Dicho encontrando de nuevo a partir de la herida la caricia en la que apunta el dolor y, por tanto, el contacto que permite el saber de una duración y una molicie, de un calor o de un frío y, por consiguiente,de la tematización.

Por sí mismo el Decir es el sentido de la paciencia y del dolor; mediante el Decir el sufrimiento significa bajo las especies del dar, incluso en el caso de que el precio de la significación fuese que el sujeto sufriese sin razón. Si el sujeto no corriese este riesgo, el dolor perdería su propia dolencia.

La significación, en tanto que uno-para-el-otro sin que el otro quede asumido por el uno, en medio de la pasividad, supone la posibilidad del sinsentido puro que invade y amenaza la significación. Sin esta locura en los confines de la razón el uno se resistiría y en el corazón de su pasión comenzaría de nuevo la esencia. ¡Ambigua adversidad del dolor!

El para-el-otro (o el sentido) llega hasta el por-el-otro, hasta sufrir por una astilla que quema la carne, pero para nada. De este modo, solamente el para-el-otro-pasividad más pasiva que cualquier pasividad, énfasis del sentido- se guarda del para-sí.

Desnudamiento hasta el uno incalificable, hasta el puro alguien único y elegido; es decir, exposición al otro sin sustración posible, el Decir en su sinceridad de signo dado al Otro me absuelve de toda identidad que resurgiría como un coágulo que se coagularía para sí mismo, que coincidiría consigo mismo.

Absolución que invierte la esencia; no se trata de negación de la esencia, sino de des-interesamiento, un «de otro modo que ser» convirtiéndose en para el otro, quemándose por el otro y consumiendo los asideros de toda posición para sí mismo y toda substancialización que tomaría cuerpo a través de esta consumación, hasta las cenizas mismas de esta consumación en que aparece el riesgo de que todo renazca. Identidad en la paciencia del asignado que, como tal, a su pesar deja de morir, dura en su instante, «resplandece bajo los arrestos»

El retorno del Yo en Sí mismo, la de-posición o la des-titución del Yo es la modalidad propia del des-interés a modo de vida corporal volcada a la expresión y al dar, pero volcada y no volcándose; es un sí mismo a su pesar en la encarnación como posibilidad propia de la ofrenda, del sufrimiento y el traumatismo. El para el otro del Decir no debe, por tanto, tratarse en términos de conciencia-de, de intencionalidad tematizadora ni tampoco en términos de compromiso; la significancia del Decir no remite al compromiso, sino que es el compromiso el que supone el Decir. ¿Cómo comprender, entonces, el a su pesar?